LOS CANDIDATOS EMERGENTES: ¿MAS DE LO MISMO?

En la carrera presidencial boliviana de 2025, los candidatos emergentes —Jaime Dunn, Rodrigo Paz, Branko Marinković, José Carlos Sánchez Berzaín, Edman Lara y Chi Hyun Chung— prometen renovar la política, marcando distancia de los líderes tradicionales como Jorge «Tuto» Quiroga, Samuel Doria Medina, Carlos Mesa y Manfred Reyes Villa.Se ha criticado bastante la incapacidad de los llamados “dinosaurios” para poder concertar un solo bloque, más allá del intento primigenio que a la postre fue abortado. Es concebido que para derrotar al MAS se requiere preferentemente un solo candidato a fin de no dispersar el voto, objetivo del cual no están exentos los llamados renovadores, porque al igual que los anquilosados candidatos ninguno de ellos podrá ganar las elecciones solo. Se esperaba de los renovadores una clase política aparentemente fresca, diferente, esté más desprendida de sus egos y egoísmo y que pudieran ser el cimiento para construir una unidad conjunta entre renovadores y tradicionales, la verdad que pensé que los emergentes se iban a unir en un solo bloque (hubiese sido interesante). Sin embargo, su incapacidad para unirse entre sí o con los llamados "de siempre" revela que son un reflejo de aquellos a los que critican, contagiados en la soberbia y la ambición. Es justo eliminar de este grupo a Branko quien prefirió aliarse a Tuto y no seguir solo.

En un contexto de crisis económica y división del Movimiento al Socialismo (MAS), los emergentes han desperdiciado la oportunidad de liderar una alianza nacional que derrote al oficialismo, demostrando que, lejos de ser la esperanza del cambio, podrían ser más perjudiciales al ahondar la fragmentación.

Derrotar al MAS, incluso en su momento más débil, requiere unidad, desprendimiento, amor a la patria, inteligencia e integridad. Los emergentes podrían haber liderado una alianza nacional que integrara nuevos liderazgos y la experiencia de los llamados «dinosaurios», superando diferencias ideológicas en pos de un objetivo común: frenar al socialismo. Sin embargo, ni ellos ni los de siempre comprenden que nadie ganará solo. El MAS, con astucia, ha perpetuado esta división al imponer plazos restrictivos para alianzas, cerrados en abril de 2025. Ahora, la única opción para la oposición es que los candidatos entre bambalinas pacten algún acuerdo, o simplemente retiren sus postulaciones y apoyen al mejor posicionado, una decisión que parece improbable ante el embrujo de la ambición.

¿Cuales serán los cálculos políticos de la oposición?, no los entiendo, pero al parecer hacen sus cálculos con ábaco.

El sistema político boliviano, con partidos reducidos a cascarones vacíos, agrava esta dinámica, pero la responsabilidad recae en quienes prometieron cambio y no lo demuestran.

Deberíamos exigir que todos los candidatos que se postulen a presidentes y otros cargo públicos, hagan terapia previa con un psicólogo o siquiatra para vencer al egoísmo, la soberbia y esos males que carcomen a nuestros líderes. Solo así tendremos una oposición que ponga a Bolivia primero y acabe con este circo que nos tiene al borde del abismo.

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