¿POR QUÉ NOS DEJAMOS COCINAR COMO RANAS?  ¿HEMOS NORMALIZADO LA CRISIS?

Por primera vez en mi vida, no he sacado mi auto en toda la semana. No es que esté en taller o esté de viajes, ¡es que no tengo gasolina! y no tengo tiempo para hacer colas de 8 o 9 horas en una gasolinera. Y el fin de semana, la verdad, no quiero desperdiciarlo esperando bajo el sol para llenar el tanque. Algunos dirán que es mi problema, que debería organizarme mejor. Pero no, el problema no es mío. El problema es que el Estado tiene la obligación de garantizar combustible suficiente para que no vivamos esclavizados por las colas. Y, sin embargo, aquí estamos, acostumbrándonos a una crisis que no debería ser normal.
Hace meses que la gasolina escasea. Pero no es solo la gasolina. Primero fue la falta de dólares, que nos obligó a pagar más por todo: comida, medicamentos, ropa. La canasta básica se dispara, los medicamentos que hace un año costaban 50 bolivianos ahora valen el doble o el triple, y nuestros sueldos siguen igual. Nos acostumbramos a eso, calladitos. Luego vino la gasolina, y ahora hacemos colas de medio día como si fuera lo más natural del mundo. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Por qué aguantamos tanto?



Hace meses que la gasolina escasea. Pero no es solo la gasolina. Primero fue la falta de dólares, que nos obligó a pagar más por todo: comida, medicamentos, ropa. La canasta básica se dispara, los medicamentos que hace un año costaban 50 bolivianos ahora valen el doble o el triple, y nuestros sueldos siguen igual. Nos acostumbramos a eso, calladitos. Luego vino la gasolina, y ahora hacemos colas de medio día como si fuera lo más natural del mundo. ¿Cómo llegamos a esto? ¿Por qué aguantamos tanto?


Normalización de la Crisis.


Lo que más me sorprende es que, como sociedad, hemos aprendido a tolerar lo intolerable. Hay un fenómeno conocido como la “normalización de la crisis”: poco a poco, nos acostumbramos a vivir con menos y a sufrir en silencio. Primero fue la escasez de dólares, que hizo que el mercado negro se disparara. Ahora el dólar está a más del doble del precio oficial, y nos adaptamos como si fuera un proceso normal. Luego vinieron los precios de la canasta básica, que suben sin parar porque Bolivia importa más de lo que produce. Y ahora, las colas por gasolina. Colas de medio día, como si fuera parte de nuestra rutina. ¿En qué momento dejamos que esto se convirtiera en nuestra vida?



Normalización de la Crisis.


Lo que más me sorprende es que, como sociedad, hemos aprendido a tolerar lo intolerable. Hay un fenómeno conocido como la “normalización de la crisis”: poco a poco, nos acostumbramos a vivir con menos y a sufrir en silencio. Primero fue la escasez de dólares, que hizo que el mercado negro se disparara. Ahora el dólar está a más del doble del precio oficial, y nos adaptamos como si fuera un proceso normal. Luego vinieron los precios de la canasta básica, que suben sin parar porque Bolivia importa más de lo que produce. Y ahora, las colas por gasolina. Colas de medio día, como si fuera parte de nuestra rutina. ¿En qué momento dejamos que esto se convirtiera en nuestra vida?


Me pregunto si es porque las elecciones de 2025 están cerca y, en el fondo, muchos esperamos que el gobierno actual se vaya y un gobierno nuevo traiga soluciones. Quizás creemos que, si aguantamos un poco más, todo mejorará. O tal vez el oficialismo ya nos ganó la moral, nos llevó a un punto donde no nos atrevemos a salir a las calles a exigir lo que nos corresponde, a protestar. Porque, seamos honestos, ¿quién puede darse el lujo de parar un día de trabajo para protestar, más aún, cuando nuestro ingresos se ha paralizado y nuestros egresos se han multiplicado?



Me pregunto si es porque las elecciones de 2025 están cerca y, en el fondo, muchos esperamos que el gobierno actual se vaya y un gobierno nuevo traiga soluciones. Quizás creemos que, si aguantamos un poco más, todo mejorará. O tal vez el oficialismo ya nos ganó la moral, nos llevó a un punto donde no nos atrevemos a salir a las calles a exigir lo que nos corresponde, a protestar. Porque, seamos honestos, ¿quién puede darse el lujo de parar un día de trabajo para protestar, más aún, cuando nuestro ingresos se ha paralizado y nuestros egresos se han multiplicado?

El negocio de la crisis: ¡gasolina a 15 bolivianos!
Mientras nosotros hacemos colas interminables, hay quienes acumulan combustible para venderlo en el mercado negro a 10 o 15 bolivianos el litro. ¡Quince bolivianos! Eso es casi cuatro veces el precio oficial. Al parecer gasolina hay o por lo menos un poco más de lo que parece, porque si estás dispuesto a pagar, mágicamente aparece. Esto solo significa una cosa: alguien está acaparando el combustible, alguien está haciendo negocio con nuestra desesperación. No me malinterpreten, entiendo que hay quienes aprovechan la crisis para sobrevivir. He visto a personas ofreciéndose a hacer cola por 100 bolivianos, y está bien, cada quien busca la oportunidad para ganarse unos pesos. Pero cuando la acumulación de gasolina hace que falte aún más, cuando el mercado negro se convierte en la única opción para muchos, el problema ya es de todos nosotros, porque permitimos que esto pase, de todas maneras nada de esto hubiese ocurrido si el masismo, los zurdos, los socialistas, primero Evo y luego Arce en estos 20 años no se hubiesen dedicado a gastar la plata y rascarse la panza.



Mientras nosotros hacemos colas interminables, hay quienes acumulan combustible para venderlo en el mercado negro a 10 o 15 bolivianos el litro. ¡Quince bolivianos! Eso es casi cuatro veces el precio oficial. Al parecer gasolina hay o por lo menos un poco más de lo que parece, porque si estás dispuesto a pagar, mágicamente aparece. Esto solo significa una cosa: alguien está acaparando el combustible, alguien está haciendo negocio con nuestra desesperación. No me malinterpreten, entiendo que hay quienes aprovechan la crisis para sobrevivir. He visto a personas ofreciéndose a hacer cola por 100 bolivianos, y está bien, cada quien busca la oportunidad para ganarse unos pesos. Pero cuando la acumulación de gasolina hace que falte aún más, cuando el mercado negro se convierte en la única opción para muchos, el problema ya es de todos nosotros, porque permitimos que esto pase, de todas maneras nada de esto hubiese ocurrido si el masismo, los zurdos, los socialistas, primero Evo y luego Arce en estos 20 años no se hubiesen dedicado a gastar la plata y rascarse la panza.

Un llamado a despertar.
No podemos seguir siendo ranas que se cocinan lentamente. Esta “normalización de la crisis” nos está haciendo daño. La tolerancia que mostramos ante las colas, los precios altos y la escasez nos está quitando la dignidad. No se trata solo de esperar las elecciones, se trata de que, como sociedad, recuperemos la capacidad de indignarnos, de organizarnos, de decir “basta”.



No podemos seguir siendo ranas que se cocinan lentamente. Esta “normalización de la crisis” nos está haciendo daño. La tolerancia que mostramos ante las colas, los precios altos y la escasez nos está quitando la dignidad. No se trata solo de esperar las elecciones, se trata de que, como sociedad, recuperemos la capacidad de indignarnos, de organizarnos, de decir “basta”.


No estoy diciendo que salgamos todos a bloquear carreteras mañana. Pero sí creo que podemos empezar por pequeñas cosas: rechazar el mercado negro, denunciar a quienes acumulan combustible, exigir transparencia en la distribución. Y, sobre todo, no acostumbrarnos a vivir así.

Espero que en las próximas elecciones con una votación contundente a favor de la oposición (de cualquiera de ellos), sea un grito eufórico de que no nos acostumbraremos a la miseria, sino que esperamos una salida democrática a nuestros problemas.



Espero que en las próximas elecciones con una votación contundente a favor de la oposición (de cualquiera de ellos), sea un grito eufórico de que no nos acostumbraremos a la miseria, sino que esperamos una salida democrática a nuestros problemas.



Depende de nosotros, de nuestra capacidad para dejar de ser ranas y empezar a actuar como ciudadanos que merecen algo mejor.
¿Qué piensan ustedes? ¿Cómo podemos salir de esta crisis sin caer en la resignación?

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