BELLA Y LA BESTIA. JUAN PABLO VELASCO EL “SEXI” Y TUTO EL “FEO”

La política nos sigue dando sorpresas, y no siempre de las más agradables. Ha estado circulando en las redes la entrevista en el programa POV que transmite UNITEL, en la que entrevistan a Juan Pablo Velasco, candidato a la vicepresidencia de Tuto Quiroga. En esa entrevista, el entrevistado señala que uno de sus roles en el Estado es “volver a hacer sexy trabajar en el Estado”. Si lo expresado ya dejó en shock a muchos, peor fue la aclaración que hace en la entrevista con Enrique Salazar, quien le pide que aclare qué quiso decir con un Estado “sexy”, y JP Velasco responde que estaba “invitando a los jóvenes a que se involucren en el servicio público, simplemente eso…”. La verdad, si la idea era salvar una metida de pata, lo que logró fue confirmar una preocupante inmadurez disfrazada de intento por ser «cool»; lo expresado no es más que una ingenua y pueril invitación a los jóvenes para que se involucren en el servicio público.

Pero la cosa no termina ahí. Si el «sexy» se asocia con lo joven y lo fresco, surge una pregunta incómoda: ¿dónde queda el candidato a la presidencia, Tuto Quiroga, que tiene 65 años? En esta nueva narrativa de un «Estado sexy», donde la juventud es el nuevo atractivo, y siendo que lo opuesto a sexi es “feo” ¿se convierte Tuto, con su trayectoria y edad, en el «feo» del Estado? 

¿Señor Velasco, usted está consciente de la crisis económica en el país?

Aquí es donde su inmadurez se vuelve peligrosa. ¿Es Juan Pablo Velasco consciente de lo que Bolivia está atravesando? ¿Entiende la genuina preocupación de la sociedad por salir del lastre del masismo y de una crisis económica devastadora que ahoga a miles de familias?

Hoy, con la inflación galopante, el desempleo y la incertidumbre golpeando a la puerta de cada hogar, es el tiempo menos indicado para pensar que el Estado es un jardín de niños o un evento de belleza. La gente no quiere escuchar intenciones de «remodelación de fachada» o discursos vacíos sobre lo «sexy» que puede ser el servicio público. La sociedad boliviana exige propuestas esperanzadoras y, sobre todo, serias.

Cuando el «Atractivo» Descalifica la Experiencia.

Invitar a la juventud al servicio público es esencial, nadie lo discute. Pero si la carnada para ello es la palabra «sexy», el mensaje implícito es desolador: el Estado busca «belleza» y «frescura», no necesariamente la experiencia, la sabiduría o la madurez que los años otorgan. Este enfoque no solo trivializa el complejo rol del servidor público, sino que desvaloriza y excluye tácitamente a miles de profesionales que, con su trayectoria y conocimiento, son pilares fundamentales de cualquier administración. ¿Qué pasa con los «cincuentones», «sesentones» y “setentones”? ¿Son acaso piezas obsoletas en este «gobierno sexy»? La idea es absurda y profundamente discriminatoria.

Es obvio que Velasco no tiene idea de la Ley N° 045, la Ley contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación. ¡Y mejor ni preguntarle! porque es capaz de contestar cualquier dislate y poner como ejemplo que tiene una estampita de Buda debajo de su árbol de navidad, como cuando respondió a los problemas incendiarios de la fauna y flora que le pregunta Natalia Aparicio, indicando que él ama a sus perritos, duerme con ellos y los tiene tatuados.

La política no es una pasarela generacional donde solo los «lindos» y jóvenes tienen cabida. Es un espacio de servicio, de rigor y de compromiso con todos los ciudadanos, sin importar su edad. Cuando un candidato a la vicepresidencia opta por este tipo de lenguaje, y luego lo «aclara» de forma tan pobre, lo que proyecta es una alarmante falta de seriedad o, peor aún, una ingenuidad política que raya en la ineptitud.

El «Cool» que no Impulsa.

La fórmula presidencial debería ser como un par de aspas que elevan un proyecto. El vicepresidente debe ser un impulsor clave, un «aspa más que ayude a volar» al candidato principal. Pero si el mensaje es este, la función se invierte. El candidato a la vicepresidencia se convierte en un lastre pesado.

En este «gobierno sexy» de aspiraciones juveniles y superficiales, Tuto Quiroga podría encontrarse en la posición de ser jalado hacia el fondo por un socio que, en lugar de sumar, lo expone a la burla y la contradicción. La insistencia en este tipo de lenguaje no solo desvía la atención de los problemas reales, sino que mina la credibilidad de toda la campaña. Al final, lo que se intentó vender como un toque de modernidad para atraer a los jóvenes, se perfila como el ancla que podría hundir las aspiraciones presidenciales, demostrando que, a veces, ser «sexy» en política es el camino más directo para terminar siendo el «feo» de la obra.

Como diría Don Carlos Valverde ¡PUTA QUE ESTAMOS MAL!

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