
Tanto el ex presidente Evo Morales como operadores y activistas del entorno “evista”, han pretendido atribuirse como suya la victoria electoral que obtuvo el hoy Presidente de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira, desconociendo el mérito y la capacidad que tuvo Rodrigo para conquistar, como hizo en las dos vueltas electorales, el voto popular que había quedado huérfano de liderazgo tras la debacle final del MAS.
Rodrigo Paz tiene el suficiente arsenal ideológico y discursivo —lo lleva en su sangre—, para interpelar el voto nacional popular, porque eso late en el pensamiento que representa, es decir aquel pensamiento que nutre con sensibilidad social, diálogo político y visión de país a la agenda pública. Es el pensamiento del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), y Rodrigo es la renovación de ese pensamiento que se remonta al alma de la Patria.
Así como hoy cuando renace, el MIR nació y creció en medio de una profunda crisis nacional, cuando luchar por la democracia implicaba riesgos personales y sacrificios colectivos. Las fraguas del MIR son las crisis, precisamente. Aquella generación de militantes, intelectuales y dirigentes populares que supo enfrentarse a las crisis dictatoriales, apostó por una democracia plural, participativa y profundamente social, entendida no sólo como un sistema de Gobierno, sino como un proyecto nacional de convivencia y justicia. Este legado ahora está en manos del nuevo Presidente de la República.
Oportunamente convocados por Jaime Paz Zamora, los miristas hemos puesto nuestro aporte a la campaña victoriosa trabajando mano a mano con los compañeros del Partido Demócrata Cristiano (PDC), cuya sigla no sólo ha sido el vehículo de la legalidad electoral sino también el símbolo de un origen histórico que el destino quiere repetir para salir de la crisis que hoy agobia a la Nación.
No se trata de atribuir la victoria a ninguna fuerza en especial, fue una victoria del pueblo en medio de una crisis galopante de representatividad, y lo que corresponde es testimoniar honestamente lo que nos tocó hacer desde el MIR.
Nuestro punto de partida fue la memoria histórica: una memoria de heroísmo, con el recuerdo de nuestros mártires por la democracia; y una memoria de gobierno por el pueblo y con el pueblo, rememorando su gestión estatal.
La dimensión heroica de la memoria de la gestión de JPZ, es la fuerza motriz de nuestra voluntad política y organizativa. Nuestro compromiso de lucha es inquebrantable, en nuestra conciencia revolucionaria corre la sangre derramada en la calle Harrington por nuestros entrañables compañeros Gonzalo Barrón, Ricardo Navarro, Jorge Baldivieso, Artemio Camargo, Arcil Menacho, José Luis Suárez, José Reyes y Ramiro Velasco. Con ellos, el MIR se hizo inmortal.
En medio del proceso de reorganización y esperanza, asimismo el recuerdo del Gobierno de Jaime Paz Zamora —que acompañó con lealtad a don Hernán Siles tras la victoria contra García Meza y Arce Gómez— adquirió un nuevo significado. Su trayectoria y el apoyo ciudadano franco y decidido del que Jaime goza en el país, fueron factores fundamentales para cohesionar las distintas corrientes internas y otorgar legitimidad al proceso de rearticulación.
La memoria del Gobierno que presidió Jaime Paz —recordado por su respeto institucional, su vocación democrática y su compromiso con el desarrollo nacional— continúa siendo una referencia ética y política para los militantes y simpatizantes del movimiento. Ese respaldo simbólico y humano se transformó en un impulso moral decisivo, que acompañó el trabajo territorial y fortaleció la confianza nacional en un movimiento renovado.
Entre los símbolos de aquella memoria imbricada en la campaña, el himno del MIR que sonó con nuevas voces en las proclamaciones de Rodrigo, hizo reflotar poderosamente la mística de los que fueron militantes.
En este proceso de resurgimiento militante, ahora bajo el liderazgo de Rodrigo Paz Pereira, la Universidad de Cochabamba desempeñó un papel fundamental como núcleo articulador de la campaña electoral, retomando las formas orgánicas que en su momento dieron origen al propio MIR desde las luchas universitarias. Desde aquel espacio académico y ciudadano, se gestó una articulación organizativa plural y territorial donde confluyeron figuras históricas y nuevas expresiones de liderazgo social siempre activos en nuestros bastiones territoriales como son los barrios de la ciudad, junto a dirigentes de las provincias y sectores profesionales que reactivaron la coordinación política desde nuestra base universitaria. En los valles alto y bajo retornaron los compañeros de siempre, fieles al espíritu solidario y militante, revitalizando las estructuras locales con una fuerza inusitada. En Colcapirhua, Vinto, Colomi y en el mismo Chapare se consolidaron equipos de trabajo que representaron el corazón popular del MIR volviendo a latir con su energía de siempre.
Este retorno al escenario político nacional, constituye un hecho de gran relevancia para la reflexión democrática en el país. Más allá de su dimensión electoral, este fenómeno expresa una articulación espontánea entre antiguos líderes, cuadros intermedios y bases populares que buscan reavivar los principios fundacionales de una organización que marcó época recuperando y fortaleciendo la democracia boliviana, y lo volverá a hacer por el mandato de un pueblo al que nunca abandonamos.
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El autor es ex Prefecto del Departamento y ex Secretario Ejecutivo de la CUB. Docente universitario en la Carrera de Arquitectura de la UMSS.
