NEGANDO CULPAS


Por Mgr. Fernando Berríos, Politólogo

En las elecciones de 2005 el MAS y Evo Morales llegaron al gobierno con el 53,72% de la votación. Recibieron un país con una economía relativamente saneada, una deuda externa de dos mil millones de dólares que significaba el 20% del PIB, un conjunto de exportaciones no tradicionales que superaban en un 60% a las tradicionales y con una ventaja adicional, el país contaba con reservas probadas de gas que permitía generar contratos de venta con Argentina y Brasil por unos ingresos de 60 mil millones de dólares en 15 años.


A partir de 2006 los desaciertos gubernamentales nos arrastraron a la precaria situación en la que nos encontramos. Cumplidos los 19 años de gobierno del MAS, nuestro camino ha sido un descenso constante y estamos en una crisis que, si no es la peor, está muy cerca de serlo, porque, esta vez, el modelo extractivista ya no funciona y para cerrar el círculo, el gobierno no tiene alternativas para cambiar de modelo económico. El presagio de que el gas y el litio nos convertirían en el “corazón energético de Sudamérica”, no sucedió, el gobierno no pudo añadir una sola molécula de gas a las reservas conocidas en 2005, no invirtió en exploración y al final se aferró a un inviable proceso para extraer litio. Las consecuencias de la incapacidad del gobierno consolida una deuda pública interna y una deuda externa que coloca a Bolivia muy lejos de los estándares internacionales de sostenibilidad, lo que en otras palabras significa que no somos un país sujeto de crédito, estamos endeudados hasta el cuello. El cálculo de crecimiento del Producto Interno Bruto está situado en el 1,5%, muy lejos de la meta oficial gobierno que prometía un 3.71%. La inflación que el 2023 fue del 2,1%, hasta el mes pasado fue de 7,26% y en ascenso, más del doble de lo proyectado por don Lucho y su modelo. Todo apunta a que los malos números se profundizaran, los números no mienten y el gobierno prefiere mentir antes de aceptar su culpa y “tratar” de hacer algo, está en otra batalla: eliminar a Evo.


Con 19 años en el gobierno, el MAS no puede eludir o deslindar responsabilidades, porque estableció metas y los conductores de su gestión económica y política fueron sus militantes; en última instancia está demostrado que los errores y la incompetencia de los masistas son los culpables de la profunda crisis actual, no será la primera vez que los políticos no asuman responsabilidad por los efectos de sus acciones u omisiones, no conozco a nadie que haya enfrentado las consecuencias de sus decisiones. En esta gestión de gobierno, las responsabilidades por los errores cometidos no aparecen, en palabras de Lucho: el país está en la ruta del crecimiento. El “único” problema que enfrenta no es la crisis, es Evo, de ese tamaño es la miopía.


Así como está el país, es hasta ofensivo el desparpajo de los masistas, responsables del desastre, que quieran volver a terciar en las próximas elecciones (nosotros llamamos democracia), no existen criterios de ética, eficiencia, productividad o probidad vinculados al desarrollo de Bolivia y por supuesto no creemos en la idoneidad de estas personas que ahora quieran sacarnos del laberinto en el que precisamente ellos nos metieron. Es la búsqueda del poder por el poder, está demostrado que rinde beneficios particulares y permite aberraciones personales, esa es la “reserva moral de la humanidad”.


La responsabilidad y el origen del desastre en el que estamos está en ese círculo de poder, en sus operadores serviles y corruptos, en los impunes ante la Ley, en los llunkus (judiciales) que ayudan a fortalecer ese poder político y destruyen instituciones. La lista es larga, está vez no pueden pasar. La magnitud de la crisis es tal que no podrá ser resuelta por sus creadores, no tienen ni el conocimiento ni la talla, tuvieron 20 años para por lo menos aprender, no pudieron, no podrán, son unos demagogos, no tienen ni ideología. La oposición tradicional está un peldaño menos.

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