LAS MUJERES COMO ARMAS EN LA GUERRA POLÍTICA ENTRE ARCE Y MORALES

Editorial

Angélica Lazarte, periodista

La pugna política entre Luis Arce y Evo Morales ha alcanzado un punto tan bajo que las mujeres se han convertido en piezas de un juego de poder despreciable. En un escenario donde la rivalidad entre «arcistas» y «evistas» parece no tener límites, ambos bandos han demostrado que no tienen reparo en instrumentalizar a las mujeres para desacreditarse mutuamente. La reciente serie de acusaciones cruzadas, donde se explotan relaciones personales y presuntos delitos sexuales, evidencia un deterioro moral alarmante en la política boliviana.


Por un lado, el gobierno de Luis Arce busca enjuiciar a Evo Morales por el delito de estupro, supuestamente cometido en 2016 contra una adolescente de 15 años, cuando Morales era presidente. El caso ha salido a la luz justo en medio de la creciente fractura entre ambos líderes del MAS, lo que inevitablemente plantea dudas sobre el momento y la intencionalidad detrás de la denuncia. Si bien los indicios y las pruebas que rodean el caso sugieren que Morales podría haber cometido delitos graves, es difícil ignorar el hecho de que esta información no es nueva. ¿Por qué no se procesó antes, cuando Morales tenía un control absoluto sobre el partido y el gobierno? La respuesta parece evidente: no se trataba de una prioridad moral o judicial, sino de una carta política guardada para cuando fuera útil.


Por el otro lado, el «evismo» no ha tardado en responder con una estrategia igualmente baja. El diputado evista del ala radical Héctor Arce presentó a una joven de 24 años ante los medios de comunicación quien afirmó haber mantenido una relación sentimental con el presidente Luis Arce, relación de la que supuestamente resultó un embarazo que terminó en un trágico accidente. Al margen de la veracidad de las acusaciones, lo que queda claro es que ambas facciones están dispuestas a utilizar a las mujeres como herramientas para su guerra política.


Este panorama gris y bochornoso es un claro reflejo de la degradación de la política boliviana. Las mujeres, en lugar de ser defendidas y protegidas, son manipuladas y expuestas como piezas de ajedrez en un juego de poder. Evo Morales, que enfrenta acusaciones graves de estupro, parece el más perjudicado. Las denuncias en su contra no son aisladas, ya que en el pasado se han reportado otras situaciones similares que, misteriosamente, fueron ignoradas por su entorno cuando él estaba en el poder. Es imposible creer que quienes trabajaron a su lado, incluido el ahora presidente Luis Arce, no estuvieran al tanto de estos comportamientos. Sin embargo, todos guardaron silencio y se hicieron de la vista gorda, mostrando una complicidad tan indignante como preocupante.


Hoy, el gobierno de Arce toma la iniciativa de procesar a Morales, un paso que legalmente corresponde, pero que parece tener menos que ver con un deseo genuino de justicia y más con una oportunidad política para debilitar a su principal rival. La pregunta que muchos se hacen es por qué esta causa no fue impulsada antes, cuando Morales aún tenía el control. La respuesta, tristemente, apunta a la hipocresía que caracteriza a la política actual: la justicia solo se persigue cuando conviene.


En resumen, lo que estamos presenciando no es una lucha por la verdad, la justicia o la dignidad de las mujeres. Es un espectáculo lamentable donde se usan historias personales y dolorosas como armas políticas. Tanto los «arcistas» como los «evistas» han demostrado que están dispuestos a caer en el nivel más bajo con tal de sacar provecho en su disputa. En lugar de elevar el debate y buscar soluciones para los problemas que enfrenta el país, recurren al uso cínico de las mujeres como fichas de ataque. Es hora de exigir que las autoridades y los líderes políticos dejen de lado estas prácticas y actúen con la responsabilidad que sus cargos demandan.


*Angélica Lazarte es periodista

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *