METÁSTASIS TOTAL

Por: Marcelo Guardia
“Se autoriza el desmonte para actividades agropecuarias en tierras privadas y comunitarias….”. Con esas palabras firmó Evo Morales el decreto que inició el año 2019 este terrible infierno, poco antes de los conflictos que provocaron varias muertes. “Las pequeñas familias, si no chaquean, ¿de qué van a vivir?”, justificó la demagógica e irresponsable medida que buscaba votos, renunciando a sus banderas defensoras de la Pachamama, con las que sedujo años atrás a los bolivianos. En junio de este año ocurrió otra transacción entre el gobierno y los empresarios ganaderos de Santa Cruz y Beni, que aceleró el desastre ambiental que hoy estamos sufriendo todos. Intereses políticos se enredan con ambiciones económicas, contaminando la poca o ninguna ética del poder, en desmedro del medio ambiente. La crisis ha hecho metástasis.

Los síntomas de la incertidumbre económica están cargando las cada vez más frágiles espaldas de los bolivianos. Subvención de los precios de carburantes por intereses proselitistas. Gasto público inflado para mantener a miles de parásitos e ineficientes funcionarios que no aportan en nada al desarrollo del país. Dólares que vuelan inalcanzables por las nubes de un supuesto modelo económico que no había sido nada más que mucho dinero derrochado y robado a mano desarmada por los susodichos. Censo con datos que nadie cree. Manipulación y ocultamiento de la información económica. Mentira. Son algunos de los síntomas de esta debacle económica que no será alterada por ninguno de los tres potenciales continuistas del anacrónico proyecto socialista venezolano: Evo, Lucho o Andrónico.

El campo político está más putrefacto aún. La ridícula pelea entre los otrora fieles aliados demuestra que su proyecto se vació del contenido social con el que nació. Ahora solamente los distingue su angurria de poder y sus vínculos con diversos sectores mafiosos que operan impunemente en el país. Bolivia es importante centro estratégico para el flujo de oscuros negocios y fuente de explotación de recursos naturales. Eso no es secreto para nadie. La polarización mundial Rusia/China/Irán contra EEUU/UE no pierde de vista este pequeño pero importante país. Lo peor es que la despistada oposición se prepara con avidez para entregar en bandeja el poder a los mismos. La consabida división basada en la egolatría de políticos narcisistas que se creen enviados de los dioses para salvar a nación, tomará cuenta de sus pobres y mezquinas acciones. La política tiene más humo que la maltratada Chiquitanía.

Los valores morales, la ética ciudadana, la verdad como ideal y la justicia están por los suelos. De independencia de poderes ni hablar. Esa fue una aspiración del pasado que se vistió de utopía a medida que los políticos de turno aplicaron el principio “metéle nomás” de la pretendida reserva moral de la humanidad. Los funcionarios de las instituciones del poder judicial son marionetas que actúan abriendo la boca para morder, cuantos más billetes, mejor. Son insaciables y no tienen vergüenza. Delincuentes sentenciados negocian directamente para obtener libertad, dejando desazón a las incrédulas víctimas y sus familias. En los procesos judiciales ganan los que ponen más plata o reciben beneficios del poder político. Los políticos también se benefician de la corrupción del poder judicial a través de juicios que se inventan o se borran como por arte de magia. Metástasis total.
En el medio ambiente desembocan las apestosas aguas de esta crisis multisistémica que nos asfixia. No importa si son interculturales (palabra prostituida), colonizadores, empresarios ganaderos, soyeros, narcotraficantes o mercenarios. Todos están en el mismo tren del modelo extractivista y depredador al que solo le interesa el beneficio inmediato e irresponsable con el entorno. Los ideales socialistas del MAS solo irradiaron un capitalismo re-salvaje. Se sintonizaron con las retrógradas tendencias del modelo económico global abrazado por la China, Rusia, EEUU y los demás, con excepciones. Se prioriza la extracción intensiva de recursos, gracias a la débil regulación ambiental. Genera degradación de ecosistemas destruyendo flora y fauna. Acaba afectando la salud y el bienestar social. Estamos muy mal.

Señales de optimismo hay pocas. Tendría que haber un giro radical en el modelo económico que considere los impactos ambientales y el cuidado efectivo de la naturaleza y sus habitantes, especialmente indígenas. Los políticos tendrían que recuperar algo de ética y abandonar sus ambiciones y egolatría. Los ciudadanos estamos desafiados a reconocer nuestro rol. Consumimos lo que los depredadores producen. Las ofertas publicitarias empujan al consumo desenfrenado e irreflexivo en un clima de disfrute total. Mientras los medios periodísticos se bañan con sensacionalismo asustador y paralizante. Urge una quimioterapia radical.

(*)Doctor en Comunicación, docente e investigador

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